Dicen que hace mas de 2500 años buda definió la infelicidad como un apetito insaciable no solo de comida, también de paz, seguridad y amor propio.
Uno de mis hábitos de vida es sonreír. Siempre he sido feliz de religión, sin ningún tipo de esfuerzo, simplemente vivía motivada de la vida. Esto me hacía vivir en un mundo a parte del de algunas personas, con las que no acababa de empatizar y entender. Me enrabietaba verlas viviendo sumidas en la tristeza o en el desánimo, en esa anhedonia insoportable. ¿Por qué? Pensaba yo… con lo bonito que es vivir!!
Hay muchos factores bioquímicos, genéticos y aprendidos en nuestra respuesta emocional. No todo es tan fácil como sentir o pensar en como te gustaría estar.
Que dura he sido a veces con algunos pacientes, con algunos amigos… Les taché de desagradecidos con la vida…Bah! Mi maldito ego y vanidad, no me dejaban ver mas allá. Hasta que te bombardean la línea de flotación.
Y te hundes en un océano de angustia/tristeza/soledad, en completa oscuridad… No entendía ni conocía sensaciones y emociones tan horribles. Levantarse llorando cada día. Llegar a casa con un nudo en el estómago. Mirarte al espejo y no verte. No sentir nada en absoluto, como si la vida te atravesara en lugar de pasar tu por ella. Perder las ganas de vivir. Tener miedo a expresarte, tragarte las lágrimas como si fuesen piedras. Así pasaron meses. No hice nada de nada para evitarlo
No me avergüenza decir que he pasado por una depresión, a pesar de todo mi conocimiento y super conciencia cósmica. A pesar de mi carácter de superwoman, me hicieron minúscula e insignificante. Si, me la pegué, igual que nos la pegamos todos. A día de hoy solo puedo sentirme orgullosa de lo que he sido capaz de remontar. Esta experiencia me ha enseñado que no todo se soluciona con un par de cojones. Hay cosas que requieren amor, estar consciente/presente y mucha mucha compasión. Si yo pude, tu también. No estás solo.
Lo sé. El planeta se encuentra en un estado de letargo, de pesadez, de soledad…el mundo está muy gris después de esta pandemia. Eso ha puesto en jaque incluso al más pintao’. Muchas personas han buscado y buscan refugio en la comida, el alcohol, los fármacos u otras sustancias. Buscan esa sensación de plenitud o de “amor”. De llenar de neurotransmisores saciantes y sensaciones placenteras algo que parece muerto. Que para reanimarlo cada vez necesitas un estímulo mas fuerte.
Son excesos que no solo te generan problemas de salud física, también conducen al autocastigo, llevan a la soledad, te van apartando de ti mismo y de la realidad. Es un nivel de desconexión e insatisfacción contigo mismo tan grande que te lleva directamente al autosabotaje y al rechazo de tu cuerpo y tu persona.
Yo he llegado a odiarme, sí, yo. Que parezco tan segura y disciplinada, durante el último año desarrollé diversos problemas, incluso con cosas que jamás hubiese pensado. Nunca antes había sentido que necesitaba algo, nunca he tenido mono por nada ni me había costado seguir una dieta, Nunca he tenido huecos que llenar, siempre me he automedicado con deporte y experiencias saludables. Siempre he sido de las del “vaso medio lleno”, en mi caso hasta el borde! Sin embargo, durante demasiados meses he sido incapaz de tener horarios, un orden y una rutina sana. Me sumí tanto en el dolor, que perdí la noción del tiempo, el espacio y mis responsabilidades.
Como veis, no es el problema en sí, sino como lo medicamos y gestionamos.
La X no te deja ver la Y.
Os lo explicaré utilizándome de ejemplo. De lo que NO se debe hacer. En mi caso, mi preocupación y angustia por salvar mi matrimonio, consiguió que me olvidara de todo lo que me rodeaba y de mí misma. Empiezas a tomar malas decisiones a nublar tu sano juicio a sentirte culpable, muchas veces de cosas que no dependen de ti. Apartas a los que te quieren. Te aferras a algo que solo existe en tus fantasías.
Si la situación se sostiene en el tiempo, podemos cronificar ese estado de ánimo y ese dolor. Ya que, como os he dicho antes, no vemos que la solución del problema esta en nosotros mismos. Y tenemos una maravillosa depresión de caballo.
Para ser felices, debemos ser conscientes y cuidar de nuestro bienestar. Cuando algo cambia, cuando algo altera nuestros biorritmos. Presta atención.
Yo pensaba que lo controlaba todo, después empecé a sentirme como una niña, más tarde como una niña muy asustada que pierde a su madre en un supermercado. Te cagas de miedo, pero algo te dice que va a encontrar a mamá.
Gracias a este trance de vida, soy mucho mejor terapeuta. Ahora veo mucho mas allá de los antojos. Ahora se que con sufrimiento no les ayudaré a mejorar. Sé que muchos de vosotros os sentís solos y perdidos. Os pediré una sola cosa, no tengáis miedo, a mi también se me han comido los demonios, eso no quiere decir que seamos débiles, puede que seamos autodestructivos, forzándonos a pasar por algo que no merecemos. En tu mano esta la Y para solucionar esa ecuación.
Recuerda que estás en una etapa de oscuridad, en la que actuamos inconscientemente siguiendo pautas, hábitos o conductas mecanizadas o aprendidas de memoria. No te juzgues.
En momentos así entramos en un bucle de pasividad que acabamos relegando el mando de nuestra vida a otros, porque el único mecanismo que automatizamos es el de huida. No te juzgues.
Eso nos hace sentir victimizados y atrapados emocionalmente, nos vamos aislando y perdemos las relaciones auténticas. Nuestra vida se resume a sonreír sin ganas, bienquedismos y lo políticamente correcto, actuamos de forma resignada frente a lo que no nos gusta o nos hace infelices. Una vez más, no te juzgues.
Acepta y sigue. Todo parece tan complejo como un mosaico de mármol, puedes ver diminutas piedras de colores o alejarte un poco y ver la figura que intentan mostrarte, esto, es simplemente es una etapa que hay que quemar y tiene su razón de ser.
Una carrera de fondo. El mejor día para empezar es hoy, ahora, es el único momento que puedes controlar. Y así, mes a mes y poco a poco vivirás de forma mas libre, mas feliz y más lejos de todo lo superfluo.
Os deseo un maravilloso lunes, no olvidéis sintonizar con vuestro cuerpo y quereros mucho y bien.