Hoy sabemos que tomamos decisiones con el corazón realmente y no en sentido figurado. Las neuronas del corazón tienen memoria, aprenden, recuerdan y perciben. Hoy, desde la racionalidad de la ciencia, más “cuántica” y menos “newtoniana”, sabemos que el corazón envía más señales al cerebro de las que recibe de este. Lo hace a través de la comunicación entre los cerebros cardiaco y craneal.
Las neuronas del cuerpo. Las del corazón viven en una pequeña ciudad en comparación con la masificación de la enorme ciudad, casi país, que representa el cerebro. Nueva York en el cerebro, Barcelona en el sistema digestivo y Stone Town en el corazón. Pero, pese a ser minoría, eran las del corazón las que “mandaban”, no desde la imposición –una fórmula fatídica y miserable de “mandar”–, sino desde el “convencimiento”.
Las “sensaciones” originadas en el corazón llevaban a nuestra conciencia a respuestas mejores y además más rápidas en situaciones de emergencia que los pensamientos elaborados en los centros de poder de la gran metrópoli del cerebro.
En el corazón residen 40.000 neuronas, son las que toman decisiones, esas que tomamos por una “corazonada”. Confiar la “guía” en el pensamiento instintivo dictado desde el corazón siempre fue una conducta asociada a una cierta incertidumbre porque a menudo se nos decía que las decisiones importantes había que tomarlas con la cabeza fría y no con el corazón caliente. Se trata de una especie de brújula interior que nos guía por la vida y que está ligada a las neuronas que habitan en el corazón.
Las corazonadas captan esencia de lo que está sucediendo, ven un plano distinto de la realidad. Así, la intuición parece penetrar las cosas hasta captar su esencia, su evolución, su pasado o futuro, empujando desde allí una serie de asociaciones como respuesta básicamente espirituales.
Procesos como las intuiciones, los pálpitos, barruntos… etc., están asociados al inconsciente, que es responsable no sólo de la mayoría de las decisiones que tomamos, sino también de todas aquellas decisiones que requieren cierta sofisticación o complejidad en los procesos cognitivos implicados.
A través del mecanismo electromagnético, según el estado emocional, el corazón genera un campo electromecánico cinco mil veces más potente que el del cerebro. Este mecanismo se utiliza el ocasiones como un mecanismo de defensa hacia un peligro potencial, ya que este campo electromagnético alcanza hasta 4 metros fuera de nuestro cuerpo.
El mío estaba claro que deseaba con todas sus fuerzas que me alejara de ciertas personas y situaciones de estrés extremas. Solo cuando lo hice, mejore y el dolor en el pecho ha desaparecido, espero que para siempre.