Explicación Buda Purnima. Cumpleaños de Buda

Cuánto nos ha enseñado este hombre. A mi personalmente en los últimos 3 años me ha servido de inspiración en muchos momentos. Me he encontrado probablemente con la persona más tóxica y desequilibrada de mi vida. Y muchas veces me he preguntado ¿por qué?

Al principio sentía rabia y mucho dolor, pero poco a poco fui dándome cuenta de qué, cuando una persona te hace sufrir, es porque sufre profundamente y su amargura se está proyectando sobre ti. Esa persona no necesita ningún castigo, rechazo o distancia, lo que realmente necesita es ayuda. En mi caso fue imposible ayudarle, incluso en mi momento más frágil durante el cáncer y mi operación de corazón, entro con el hacha en la mano a destrozar lo poco que había quedado en pie. Con esto, quiero decir qué, no todos los tiranos son salvables, hay personas que requieren un tratamiento de manos de profesionales sin lazos emocionales. No os metáis en según que jardines, saldréis magullados.

Las personas que somos felices, que nos sentimos bien, extendemos esa energía por allá por donde pasamos. Pero una persona infeliz no soporta ver felices a los demás y muchas veces puede culparlos de su malestar, eso fue exactamente lo que sucedió en mi matrimonio. Me casé con un sociópata infeliz. Me dejé mi vida y todo lo que tenía en tratar de cambiarlo y enseñarle a vivir libre y feliz.

Hay personas que simplemente no quieren cambiar. No somos nadie para arrastrar de ellos. Se nos puede ir la vida esperando que los demás cambien, que entiendan cómo nos gustaría ser tratados, que actúen acorde a nuestras expectativas.

Yo solo quería una familia y un vínculo fuerte con mi pareja. Sentirme a salvo. Sentirme valorada y querida. Mea culpa. Idealicé algo que nunca había tenido en casa y traté con todas mis fuerzas hacerlo realidad. Cada insulto y cada grito me aferraban más a la ilusión de que todo cambiaría. En ese momento entras en un mundo de fantasías que tu mismo estás creando, por falta de fuerza, coraje o valentía para ver y aceptar la realidad. Por miedo a soltar lo que crees que es la felicidad de tu vida.

Sin darte cuenta de que estas arrasando con todo lo que tu solita has tardado años en construir. Cuando te das cuenta, eres un montón de tierra volcánica.

Yo no soy ninguna santa y creo que todos hemos estado en ambos lados. Recuerdo momentos de dolor donde sin querer atacaba a los que me rodeaban. La resaca emocional de esas actuaciones, para mi, es insoportable. Cuando sientes que tienes que pelearlo todo, en realidad somos nosotros los que vibramos en esa frecuencia atraemos situaciones que no deseamos. Atraemos negatividad y, obviamente, nuestras expectativas son imposibles de cumplir. 

Errar es humano, y no solo eso, sino que es también aprendizaje. Asumir los errores es aprender de ellos, y eso nos permitirá crecer como personas. Pero también nos ayudará a comprender a los demás cuando comentan fallos y a perdonarlos si nos han afectado de algún modo. Al final, no es más que una forma de madurar y de hacernos con el control de nuestra vida.

Muchas veces culpamos a nuestro entorno, hijos, mujer, marido, hermanos, amigos… por no ser lo que nosotros queríamos que fuesen. Por más que pensemos que tenemos la verdad absoluta y el conocimiento legítimo de lo que va a ser mejor para esa persona. NO, eso no es así. Justificamos nuestras reprimendas en querer trascender nuestros ideales en otros. Desgastamos las relaciones, sin darnos cuenta de que nuestra felicidad no depende de que los demás cambien o hagan o dejen de hacer, nuestra felicidad depende de nuestra visión. De aceptar a los demás tal cual son.

Quejas, críticas, falta de paciencia y tolerancia con los demás, “victimismo” y depresión, son solo algunos síntomas de quien no es feliz. 

Atacar a quien no cumple tus expectativas, es falta de madurez. Las personas que culpan al mundo de sus problemas y de su malestar; son negativos, inflexibles, demandantes, meticulosos y les molesta el sentido del humor de los demás, especialmente cuando se refiere a ellos mismos, ahora bien, son personas que pueden reírse a costa de otros. Los demás deben entenderlo. Esa persona siempre tiene los peores problemas, dolencias y males.

Esto ocurre porque la mente trata siempre de deslindarse de los problemas y, sobre todo, de las culpas. Es como una especie de protección hacia los ataques de otros, que a veces realmente son más producto de nuestros miedos e imaginación.

Para alimentar tu felicidad, siembra sonrisas, positivismo, motivación, entusiasmo, aceptación y amor.

Yo elijo ser feliz. Y creedme que en mi vida no hay nada que sea perfecto. Tengo problemas absolutamente en todos los frentes. A día de hoy creo que nada funciona como debería ser. Me han estafado cantidades de dinero descabelladas, he perdido todos mis efectos personales, me han engañado y sido infiel hasta decir basta, mis mejores amigos se olvidaron de mi nada mas cruzar la frontera española, mi salud va como va… os podría hacer una lista interminable de motivos por los que quedarme en la cama llorando sería la opción mas cómoda. Pero me niego a oscurecer mi vida.

De momentos así nace la resiliencia. Algo de lo que os hablé la semana pasada.

Cuando dependemos de lo que pasa afuera para ser felices, nuestra felicidad va a ser siempre pasajera. Enfócate dentro, cuando el mundo tiemble a tu alrededor, mira hacia adentro.

No juzgues a los que te rodean, muestrales tu amor y compasión y si no causa efecto, déjalos pasar. No debemos apegarnos a nada ni nadie. No hay lazo de sangre ni de ningún tipo que se convierta en cadena para someternos a ninguna situación.