El lado invisible del TDAH
Por Christy Repetto
Vivimos en una época que glorifica la productividad y la rapidez mental, pero pocas veces se habla de lo que ocurre dentro de quienes viven con TDAH cuando las emociones toman el control.
Porque el TDAH no solo se trata de despistes o dificultad para concentrarse; también puede sentirse como una montaña rusa emocional en la que, a veces, lo más difícil no es enfocarse… sino calmarse.
Esa sensación de que un pequeño contratiempo puede hacerte estallar, de que pasas del entusiasmo al abatimiento en segundos o de que tus emociones no “obedecen” a la lógica, no es falta de madurez ni debilidad: tiene una base neurobiológica clara.
Esa foto que veis es una previa a uno de mis estallidos, entre una madre super cuidadosa y protectora y un padre más cercano a Rambo que a “papa”, aprendí a regular esos estallidos de euforia y de melancolía. ¿Los niños normales sienten melancolía? es algo que voy a buscar en cuanto acabe este post. Yo si la sentía, mucho amor, mucho amor y cuando había un poco menos de lo normal… me daba ese bajón dopaminérgico, seguido siempre de su subidón por alguna idea brillante sobre como descalabrarme con un trineo por las escaleras de casa… De hecho me acuerdo tanto de todo eso que puedo cerrar los ojos y recordar el olor a madera, la chimenea chisporroteando y a mi madre diciendo “Paquito la niña esta muy callada, ve a ver que está haciendo”
Por qué el TDAH y la desregulación emocional van de la mano
Durante mucho tiempo, el TDAH se ha descrito desde una mirada conductual: inatención, impulsividad, hiperactividad. Pero hoy sabemos que la desregulación emocional forma parte del cuadro clínico en la mayoría de los casos.
Desde la neurociencia, se ha comprobado que las personas con TDAH presentan una amígdala hiperreactiva —encargada de procesar emociones como el miedo, la ira o la frustración— y un córtex prefrontal menos activo, que es la región que debería ayudar a frenar impulsos y modular las reacciones emocionales (Shaw et al., 2014; Posner et al., 2020).
Esto explica por qué muchas personas con TDAH sienten más intensamente y, además, tardan más en volver a la calma.
En otras palabras: su sistema nervioso no filtra con facilidad los estímulos, y lo que para otros pasa desapercibido, en ellos puede encender una tormenta interna.
No es falta de control. Es un sistema nervioso que vive al máximo volumen.
Cómo se manifiesta la desregulación emocional
La desregulación emocional se traduce en una dificultad para mantener la estabilidad emocional frente a los estímulos cotidianos. Algunas señales comunes incluyen:
- Reacciones intensas ante situaciones menores.
- Incapacidad para “dejar pasar” un pensamiento o emoción negativa.
- Cambios bruscos de ánimo a lo largo del día.
- Tendencia a la culpa, la vergüenza o la frustración después de una explosión emocional.
- Fatiga mental y sensación de estar “siempre al límite”.
Estas oscilaciones emocionales afectan directamente la autoestima, las relaciones y la capacidad para sostener metas a largo plazo. Muchos adultos con TDAH sienten que “saben qué hacer, pero no consiguen hacerlo”, lo que genera una sensación crónica de impotencia.
Cuando el cuerpo también grita
Las emociones no viven solo en la mente. Cada oleada emocional altera el ritmo cardíaco, la respiración y la tensión muscular.
En personas con TDAH, el sistema nervioso simpático —el del “modo alerta”— tiende a activarse con facilidad, y el parasimpático —el que permite relajarse— cuesta más de encender.
Esto se traduce en síntomas físicos: taquicardia, sudoración, insomnio o digestiones difíciles.
Por eso, muchas veces el tratamiento no puede limitarse a lo cognitivo: regular el cuerpo es regular la emoción.
Ejemplo real:
Una paciente me contaba que antes de cada reunión importante sentía una presión en el pecho y su mente se llenaba de pensamientos de fracaso. Le enseñé a detenerse, observar su respiración y aplicar la técnica 4-7-8 (inhalar 4 segundos, sostener 7, exhalar 8). En pocas semanas, esa práctica redujo su ansiedad anticipatoria y mejoró su concentración.
Causas profundas: más allá del diagnóstico
La desregulación emocional puede intensificarse cuando hay factores añadidos como trauma infantil, negligencia emocional o entornos poco predecibles en la infancia.
El cerebro de una persona con TDAH ya tiene una menor disponibilidad de dopamina y noradrenalina; si además crece en un entorno donde el afecto o la calma son inconstantes, su sistema emocional se vuelve aún más sensible.
Por eso, el trabajo terapéutico no debe centrarse solo en “mejorar la atención”, sino en reparar el vínculo con uno mismo, reconstruir la sensación de seguridad interna y aprender estrategias de autorregulación que integren cuerpo, mente y entorno.
Estrategias prácticas para regular las emociones con TDAH
La medicación y la terapia son herramientas valiosas, pero la autorregulación se entrena cada día. Aquí te comparto algunas estrategias con evidencia científica que puedes empezar a aplicar:
1. Pausa y observación consciente
Antes de reaccionar, haz una pausa breve. Respira, identifica la emoción y nómbrala: “Esto es frustración”, “Esto es miedo”.
Nombrar la emoción activa el córtex prefrontal y reduce la carga de la amígdala (Lieberman et al., 2007).
2. Reinterpreta la situación
Cuando algo te desborda, intenta mirarlo desde fuera:
¿Qué le dirías a un amigo en tu misma situación?
Esa distancia cognitiva ayuda a reducir la intensidad emocional y promueve la toma de perspectiva.
3. Practica la autocompasión
Las personas con TDAH tienden a ser muy duras consigo mismas. La autocrítica constante activa el mismo circuito de estrés que el peligro físico.
Reemplaza el juicio por comprensión: “Estoy aprendiendo”, “Mi sistema nervioso se está regulando”, “No soy mi reacción”.
4. Movimiento, descanso y nutrición
Ejercicio regular, sueño reparador y una dieta rica en proteínas y omega 3 ayudan a estabilizar neurotransmisores como dopamina y serotonina.
Estudios muestran que el ejercicio moderado mejora la autorregulación emocional en adultos con TDAH (Gapin et al., 2015).
5. Mindfulness y respiración
El entrenamiento en atención plena fortalece la conexión entre corteza prefrontal y amígdala, favoreciendo la calma y el foco.
Basta con cinco minutos al día para notar cambios en la reactividad emocional.
6. Apoyo terapéutico
La terapia cognitivo-conductual (TCC) y la dialéctico-conductual (TDC) tienen evidencia sólida en el manejo de la desregulación emocional y el TDAH (Mitchell et al., 2022).
Un coach especializado en funciones ejecutivas también puede ayudarte a estructurar rutinas y entrenar el control emocional desde la práctica diaria.
Regulación no es control. Es comprensión y entrenamiento constante.
El impacto en la vida diaria
La desregulación emocional afecta la forma en que nos vinculamos, decidimos y trabajamos. En relaciones de pareja puede generar malentendidos (“no sé por qué te lo tomas tan a pecho”); en el ámbito laboral, bloqueos o impulsividad; y en el plano interno, la sensación de “no reconocerme cuando me altero”.
Reconocer este patrón es el primer paso para transformarlo. No se trata de eliminar las emociones, sino de aprender a navegarlas sin ahogarse.
Como suelo decir a mis pacientes: el objetivo no es apagar el fuego, sino aprender a bailar con él sin quemarte.
Libros recomendados
- Barkley, R. A. (2021). Emotional Dysregulation in Adults with ADHD: What Everyone Needs to Know. Guilford Press.
- Neff, K. (2011). Self-Compassion: The Proven Power of Being Kind to Yourself. HarperCollins.
- Siegel, D. J. (2010). The Mindful Brain: Reflection and Attunement in the Cultivation of Well-Being. W. W. Norton.
- Ratey, J. (2013). Spark: The Revolutionary New Science of Exercise and the Brain. Little, Brown.
- Maté, G. (2023). The Myth of Normal: Trauma, Illness, and Healing in a Toxic Culture. Random House.
Bibliografía académica (APA 7ª edición)
- Gapin, J. I., Labban, J. D., & Etnier, J. L. (2015). The effects of physical activity on attention deficit hyperactivity disorder symptoms: The evidence. Preventive Medicine, 76, 68–75. https://doi.org/10.1016/j.ypmed.2015.04.010
- Lieberman, M. D., Eisenberger, N. I., Crockett, M. J., et al. (2007). Putting feelings into words: Affect labeling disrupts amygdala activity. Psychological Science, 18(5), 421–428. https://doi.org/10.1111/j.1467-9280.2007.01916.x
- Mitchell, J. T., Reimherr, F. W., et al. (2022). Cognitive behavioral therapy for emotional dysregulation in ADHD adults: A systematic review. Journal of Attention Disorders, 26(12), 1479–1494. https://doi.org/10.1177/10870547211040643
- Posner, J., Park, C., & Wang, Z. (2020). Connecting the dots: A review of resting connectivity MRI studies in ADHD. Neuropsychology Review, 30(2), 163–177. https://doi.org/10.1007/s11065-020-09439-9
- Shaw, P., Stringaris, A., Nigg, J., & Leibenluft, E. (2014). Emotion dysregulation in attention deficit hyperactivity disorder. American Journal of Psychiatry, 171(3), 276–293. https://doi.org/10.1176/appi.ajp.2013.13070966
Christy Repetto
Nutricionista integrativa · Preparadora física · Terapeuta Ayurveda