Para los que no me conocéis mucho, soy una persona extremadamente activa y productiva, es lo que más feliz me hace en el mundo, crear. pero también me ha pasado factura ese nivel tan fuerte de vida, y hasta que descubrí la meditación, jamás creí posible hacer una pausa real en mi vida. A día de hoy todavía me cuesta, pero he aprendido a aplicarlo porque realmente marca la diferencia.
El descanso consciente
Empezare señalando algo que percibo en mi entorno: muchas personas de la generación millennial se sienten abrumadas, estresadas y poco valoradas económicamente. Como mujer hiperactiva que combina su faceta empresarial con estudios y entrenamiento deportivo, he comprobado lo difícil que resulta encontrar momentos de desconexión. Nos vemos sumergidas en un sinfín de tareas (sean académicas, laborales o personales) que nos dejan física y mentalmente exhaustas al llegar el fin de semana. Peor aún, debido a la presión de nuestras responsabilidades, a menudo acabamos sacrificando parte de nuestro valioso tiempo libre para seguir trabajando.
Esto no solo afecta a la generación más joven; cualquiera que haya sentido que su rutina diaria le consume se ve reflejada en este agobio.
- ¿En qué momento nos metimos tan de lleno en el trabajo que olvidamos el verdadero descanso?
- ¿Por qué nos han hecho creer que tomarnos un momento libre perjudicaría nuestro futuro?
- ¿De dónde surge esa sensación de culpa cuando paramos para ir al banco, desayunar o dedicarnos un rato a nosotros mismos?
Por muy apasionante que sea nuestro empleo, nuestros estudios o nuestros hobbies, llega un punto en el que necesitamos desconectar. Y el motivo es de peso.
Hace poco leí un articulo que me encantó. Os lo resumo: una doctora cuenta que tuvo un mentor que trabajaba 60 horas a la semana y, aun así, se permitía un día de descanso absoluto. Ni llamadas, ni correos, ni mensajes. Solo un día para vivir y disfrutar de su familia. Él era vicepresidente de marketing de una gran cadena comercial y, si esa persona de alto nivel podía concederse un día “libre”, ¿por qué el resto no podríamos? Para mí, este ejemplo fue revelador porque me di cuenta de que yo misma, sin tener tantas responsabilidades, no me estaba dando licencia para un verdadero descanso.
“Apagar el cerebro” trae beneficios enormes
Lo sé, es fácil pensar que no podemos ignorar el correo ni un solo día o que si no trabajamos cada día nos atrasaremos. Yo misma creía esto antes de adentrarme en la meditación. Pero resulta que parar un momento es mucho más beneficioso para tu bienestar y tu eficiencia que trabajar sin tregua. Dedicarnos descansos periódicos mejora la productividad. De hecho, un artículo de Businessweek sugiere que no tomar vacaciones aumenta la probabilidad de cometer errores y la insatisfacción con nuestro equipo de trabajo. Separarnos de las obligaciones para relajarnos —o pasar tiempo con nuestros seres queridos— permite recargar energías y volver con más fuerzas.
Cuando le damos al cerebro un respiro, suceden cosas maravillosas:
- Surge mayor creatividad
Al relajarnos, la mente tiene espacio para explorar diferentes caminos. Las ideas fluyen y nuestra imaginación encuentra un nuevo impulso. Yo aprovecho estos momentos de calma para pensar en cómo mejorar proyectos y, a veces, incluso descubro nuevas aficiones. - Adquieres una perspectiva más amplia de tus responsabilidades
Al alejarme de la lista interminable de tareas, puedo ver “el panorama general” con mayor claridad. Mis prioridades se vuelven más evidentes y organizo de forma más eficiente lo que realmente importa. - Regresas con energía y trabajas más intensamente
Después de una pausa bien aprovechada, siento que recupero la pasión por lo que hago. Esa energía renovada se convierte en mi mejor arma para enfrentar nuevos retos. - Disminución del estrés
Descansar la mente reduce esa tensión que se acumula en nuestro día a día. Ya he sentido en carne propia lo tóxico que es el estrés cuando se adueña de nuestros pensamientos; en mi caso, la meditación fue clave para contrarrestar su efecto y evitar problemas de salud derivados de la sobrecarga mental.
Es verdad que tomarse un día libre puede generar culpa o la sensación de que el mundo se desmoronará en nuestra ausencia. Pero si algo he aprendido, es que en esos momentos de saturación, cuando hemos perdido de vista el autocuidado, podemos llegar a creer que un cambio radical (empezar de cero) es la solución. Sin embargo, en mi experiencia, basta con tomarnos un alto en el camino, siempre que lo hagamos de forma ordenada y consciente.
Si notas que tu mente y tu cuerpo necesitan parar:
- Párate de forma controlada.
- Observa con una visión global todo lo que te rodea.
- Reordena y reorganiza lo necesario, aprovechando la creatividad que te brinda la pausa.
- Termina de recargar tus pilas.
- Vuelve con más fuerza y una perspectiva renovada.
Desde que incluyo momentos de meditación en mi rutina, he notado una transformación: ahora sí consigo encontrar huecos para “desconectar” y, aunque todavía me cuesta, compruebo cada día que el descanso y el autocuidado son parte esencial de mi equilibrio personal y profesional.
Bibliografía y Fuentes Recomendadas
- Businessweek: Estudio que conecta la falta de vacaciones con el aumento de errores en el trabajo y el resentimiento entre compañer@s.
- American Psychological Association (2013). Stress in America Survey.
- Kühnel, J., Sonnentag, S., & Bledow, R. (2012). The Relevance of Detachment for Individuals’ Recovery and Well-Being. Europe’s Journal of Psychology, 8(2).
Libros sobre Productividad y Descanso
- Newport, Cal. (2016). Deep Work: Rules for Focused Success in a Distracted World.
Refuerza la idea de trabajar con concentración profunda e incluye pautas para desconectarnos. - Allen, David. (2001). Getting Things Done: The Art of Stress-Free Productivity.
Presenta un método para organizar tareas y evitar la ansiedad laboral. - Ferriss, Tim. (2007). La semana laboral de 4 horas.
Enseña estrategias para economizar tiempo y prevenir la sobrecarga de obligaciones. - Duhigg, Charles. (2012). The Power of Habit: Why We Do What We Do in Life and Business.
Habla de la formación de hábitos saludables, incluyendo aquellos relacionados con el descanso.
Técnicas y Estrategias para Implementar el Descanso
- Técnica Pomodoro
Combina lapsos de trabajo de 25 minutos con descansos de 5 minutos para prevenir la fatiga mental. - Mindfulness o Atención Plena
Reservar unos minutos al día para observar la respiración sin juicios me ha resultado esencial para reducir el estrés y mejorar mi concentración. - Desconexión Digital Programada
Definir horarios en los que no miro emails, redes sociales o mensajes de trabajo ha sido clave para mi descanso. - Agenda del Descanso
Programar espacios de ocio o relax, igual que programo reuniones o tareas importantes, me recuerda que priorizar el descanso es parte de mi vida. - Ejercicio y Movimiento
Dar un paseo, hacer yoga o cualquier actividad física contribuye a una desconexión más efectiva. Y a la vez, potencia el bienestar mental.
He comprobado en mis carnes y en mi cerebro que darle un día de reposo al cerebro o simplemente reservar momentos de quietud no solo es vital para tu salud, sino que multiplica tu productividad a largo plazo. Cuando te cuidas, cuidas también de tu desempeño y de quienes te rodean. Después de todo, el descanso no es pereza; es la mejor inversión para vivir y rendir al máximo. Créeme, si yo pude con mi TDAH, tu tambien puedes.