LA LÍNEA DE MI VIDA

Es la primera salida del área de confort, ya llegas al mundo con una premisa. Nada es para siempre, no te acomodes. Abrí un ojo un 12 de diciembre de 1989 a las 15:15h en Barcelona.

Nací con una grave y extraña intolerancia que me generó muchos problemas digestivos, solo sobrevivimos 3 casos en España. Empecé a comer normalmente a los 5 años. La perseverancia de mi madre me ayudo a salir adelante. Además soy shortsleeper, con 4h de sueño era suficiente. No fue fácil para mi madre.

En mi casa la locura, el amor, la ternura, la comprensión y la dedicación se daban sin limitación, donde las caricias, los besos y los mimos no tenían restricción de alguna índole, mis abuelos y mi madre fueron el pilar de esos valores. Aprendí a sonreír y a hablar a la vez, muy pronto. Siempre estaba contenta. Era feliz, era muy feliz.

Siempre destaque en cualquier actividad física, era incansable. No se podía decir lo mismo de las mates. Antes de que me salieran los dientes de leche ya estaba colgando de algún barranco, haciendo snorkel o curvas en moto, como extraescolares natación, judo, baile, patinaje…le di a todos los palos. Con un padre temerario, era fácil salir un poco salvaje.

Mi padre no ha sido un padre ejemplar, como lo que comúnmente se conoce, no era muy cariñoso. Pero me hizo uno de los regalos más grandes, forjó en mí la disciplina, valentía, esfuerzo, resiliencia…me enseñó a valorar las cosas y las experiencias. Borró el “no puedo” de mi vocabulario. Fuí su boyscout. Y eso me ha hecho ganar algo mas que medallas.

Tenía 5 años cuando mi padre, mi primer preparador, me ató mis primeros esquís, a los 7 estaba bajando pistas negras en chus, a los 10 competía con una categoría superior a la mía. El deporte paso a ser el eje central de mi vida.

Fui a un colegio de monjas, la primaria la hice en el elitista Garbi. Repetí curso y trataron de enderezarme en el Abat Oliva, consiguiendo todo lo contrario. No destaqué nunca por mis notas. Sin embargo siempre era la encargada o portavoz de algo, muy involucrada en todos los menesteres deportivos o artísticos.

Así un poco berraca y marimacho a la vez que princesita y presumida, jamás tuve una sola inseguridad, me inculcaron mucha confianza, nunca tuve miedo a nada. Era impredecible y excéntrica. Enseguida supe adaptarme y encontrar mis cualidades innatas, jamás busqué encajar en un mundo en el que ser tan particular representa un pecado capital. Donde mi extrema sinceridad me trajo mas problemas que alegrías.

Como buen trasto… tuvimos algunos sustos. Me reventé la vejiga tirándome por un barranco con un trineo, pielonefritis aguda y secuelas en un riñón. Me operaron de fimosis femenina 2 veces con 7 y 13 años. Mis problemas ginecológicos empezaron con 9 años, cuando tuve mi primer ciclo. Desde entonces estoy en tratamiento.

Mis padres se separan. La figura a la que mas respetaba se marcha a dar la vuelta al mundo en velero. Y yo empiezo a dejar brotar mi fuego interno, de repente tengo que entender ese complejo idioma de adultos.

Mi abuelo. Era mi estrella polar. Pasábamos los veranos en Tossa de mar paseando por el castillo y los inviernos en la Cerdaña, sentada en su regazo, leyendo frente a la chimenea. Era su princesa, una vez le pedí el caballo de anuncio de campsa. Apareció con él al cabo de pocos meses, junto a 4 caballos más. Le adoré, hasta que él también se marchó. Se fue a Colombia dejándome atrás.

En ese instante, en el momento en el que perdía a mi pilar mas fuerte, mi abuelo. Yo me rompía como una presa que se agrieta y explota inundándolo todo de dolor y rabia. Mi autoestima, mi seguridad y mi alegría desaparecieron entre todo ese caos. Dando paso a la Christy más oscura y autodestructiva hasta la fecha. Desatando mi lado más rebelde y salvaje.

Dejé el colegio y me fui de casa, prematura, como siempre. Encontré amor y refugio en una pareja mucho mayor que yo. Así pasé de niña a proyecto de mujer de un brinco. No me hablaba con mi familia, sin guía y con mucha curiosidad empecé a vivir derrapando. Empezó la tensión interna entre lo que creía ser y lo que quería ser. Mayor era la tensión con lo que los demás querían que fuese.

A los 16 años empecé a trabajar en el ocio nocturno, 11-12 años que me han curtido mucho. Deambulé entre bambalinas y me dejé cegar por los focos y la farándula. Hice de la fauna nocturna, mi nueva familia. Obviamente también jugué con las drogas. Viví con todas mis fuerzas, exprimí cada segundo, me bebí el destino y me emborraché de abundancia.

Viajé, me moví, metía la cabeza allí donde veía una oportunidad. Trabajaba de día de noche de after, me daba igual irme a vivir a Marrakech a Marbella o a Gerona. Viajé por todo el mundo como modelo y como bailarina. Estudiaba, trabajaba y preparaba mis competiciones de fitness. Ganaba más dinero que cualquier abogado, aun así, nunca me valoré. Nada era suficiente.

Nunca me rendí y mucho menos me conformé. Me caí 100 veces y me levanté 101, nunca dejé de intentarlo, durmiendo poco y viviendo mucho. Estudios, negocios, vida nocturna, sesiones de fotos, videoclips o cortos cinematográficos… Incluso pasé por TV donde conocí a la que fue mi pareja durante unos años.

A los 17 años estudié tatuaje y me titulé como azafata de vuelo, el trabajo me duró 6 meses. A los 18 años monté mi primer negocio: una peluquería. Durante 5 años fui directora artística de los Pacha de Gerona y Empuriabrava, cada día unos 280km de carretera, llevaba mi casa en el maletero. Trabajaba de noche y de día, estudiaba en mis ratos libres. A los 19 años me titulé como nutricionista deportivo y personal trainer, encontré mi vocación.

Todo lo que crees que eres o quisieras ser, es EGO. Porque un día te levantas y tienes cáncer de útero. A las puertas de los 20 años, con muchas oportunidades por delante. El coste de mis sueños me pasó factura. Todo lo que creías ser y tener desaparece.

Hay personas que llegan a tu vida para salvarte de pajas mentales, yo tuve la suerte de tener a alguien que me incentivo a crecer. Me embarqué en un negocio que seguramente me venía grande, sin expectativas ni experiencia en el sector. Cerré los ojos y me endeudé hasta las cejas para crear un espacio deportivo sin igual en la ciudad Condal. Mi criatura. Me colmó de alegrías. Gané dinero, felicidad, amigos y una familia. Durante 11 años, mi vida entera. Mi felicidad completa. Mi mejor decisión. Gracias Sant Antoni.

La etapa más feliz de mi vida, a la vez que la mas amarga. Mi preparación deportiva me salvó la vida, me mantuvo amarrada a mi misma. Mi tienda, mis clientes, mis pacientes, ellos me dieron la fuerza y el amor para salir adelante siempre. No fue fácil, pero no imagináis como disfruté esa etapa, mi trabajo, la preparación al Olympia y al campeonato de España. Como saboreé cada medalla y cada triunfo deportivo. GRACIAS A TODOS

Pero recaes en la oscuridad del cáncer, todo es muy borroso, recuerdo el dolor de espalda y sabor a metal en la boca. Te despiertas cada mañana sin aliento, un día más o uno menos, no sabes muy bien hacia qué lado contar. Estaba en la cresta de la ola, sesiones de fotos, revistas, medallas, eventos, seleccionada como modelo para la línea Pink de Victoria Secret. Y cuando renaces, ya no hay más bailes de máscaras, solo estás tú. El circo se ha marchado.

Así es como llegó el ayurveda y el yoga a mi vida. Al acabar la quimio me fui a India a estudiar ayurveda. El ayurveda y yoga, son el mayor punto de inflexión. Sentí una conexión inmediata entre lo que aprendía y lo que a mi me había sucedido. Encontré las herramientas para sanar y dejar de castigarme. Allí monté un orfanato para niñas, que a día de hoy aun lleva mi nombre, mi forma de agradecer la oportunidad de vivir.

Mi formación y conocimiento no han cesado, cada año me reciclo en algún aspecto. Sin embargo, es la pasión y la experiencia de años lo que me hacen la terapeuta que soy. Mis estudios de nutrición, medicina ortomolecular, psicología me han enseñado a seguir un rigor científico y el ayurveda, el yoga y la biodescodificacion genética a ver mas allá.

Crees encontrar a un caballero, el hombre perfecto. Resultó ser Peter Pan en nunca jamás. Nunca jamás cumplirá ni una de sus promesas ni votos. A pesar de recibir un amor condicionado, yo traté de entregar amor incondicional, leal y sin restricciones. Sin embargo, esto del amor…debe ser en doble dirección, sino, no va. A mi me quisieron un rato, después, me querían calladita y sonriente.

En muchas cosas, sobre todo me fallé a mi misma. Agaché la cabeza, callé y me amoldé incómodamente. Supe dejar el orgullo y la vanidad, la expresión más pura, al amor en su máxima diafanidad.

Me vacié hasta perder mi identidad, perdí luz, carisma, vida, además de perder mi carrera profesional. Tras la premisa de empezar una vida en México, lo dejé todo por una gran mentira. Cometí el error de mi vida, anteponer a mis valores y principios el bienestar de otros. Hice y toleré todo lo que juré jamás hacer.

Finalmente se cumplió mi mayor temor, volví a sentirme abandonada. Despertando mi demonio más feroz “no soy suficiente”. La vida me pego un tiro a bocajarro, con dos abortos y un divorcio que me hicieron caer en una depresión jamás sentida. Rai pasó por mi vida como un huracán, después, como a las muñecas viejas me dejó en el desván. Sus sentimientos, tan intensos como fugaces.

Te desplomas en medio de ese caos, exhausta, sin poder hacer nada para evitar el cataclismo. Pero tú no eres eso, de nuevo, te levantas, te tragas tu ego junto a la mayor lección de vida, haces las maletas y te vas llena de recuerdos, dejando atrás todos los fracasos y el dolor. Llegas a la isla de los dioses, sonríes. Te encuentras. No quieres volver a mirar atrás.

A mitad de viaje me diagnostican cáncer de colon. Me desmoroné, me sentí sola y tuve más miedo que nunca. Saber quién eres te fortalece, te aporta resiliencia ante obstáculos y adversidades, por ello, creo en mí, sé que me recuperaré. Y pienso en eso que tanto predico, el impacto de las emociones en el cuerpo y salud. Y así, mi corazón roto tantas veces, al final decidió dejar de latir.

Renazco cada día. En mi mente solo hay un mantra: “VIVE”.  Durante dos meses cada mañana abría los ojos embriagada de dolor, abrazada a la angustia y con miles de recuerdos y remordimientos atormentándome. Pero ya no. Desde que mi corazón falló. Por fin.

SOY LIBRE