Cada proceso corporal sucede por una razón, todos están conectados y se regulan unos a otros, como 100 relojes que marcan la misma hora pero con un tic-tac a diferente ritmo.
Por ejemplo el ciclo menstrual o el ciclo de la testosterona en los hombres, la presión sanguínea sube y baja durante el día. El cortisol sigue el ritmo de despertar y dormir, y en las personas que tienen turnos nocturnos en su trabajo, el cuerpo nunca se acostumbra a ese desequilibrio, su cortisol sigue viéndose afectado.
La falta de sueño y el estrés generan un desequilibrio hormonal, altera el cortisol, y este afecta a la sensación de hambre. Todas las hormonas regulan funciones corporales dentro de unos límites, y sobrepasarlos siempre va a ser negativo. Por ello cuando no dormimos o dormimos mal tendemos a comer más. Nuestro cuerpo crea una supercompensación a través de alimentos hipercalóricos, hiperpalatables e hiperbasura. El descanso es clave durante una dieta, y perder el ritmo natural del sueño te hará comer en exceso. Perdemos control sobre nuestras decisiones, y una falta de descanso hace que nos dejemos llevar por el sistema límbico o hedónico (Deseos) y no por la racionalidad del lóbulo frontal.
Además esto se agrava en personas con depresión o problemas de ansiedad o un estrés de bajo grado constante. Este tipo de estrés es el más peligroso de todos, como la gota constante que erosiona la piedra, genera inflamación sistémica y conduce a muchísimas patologías.
Por otra parte el estrés y la falta de descanso, elevan el cortisol e insulina, que estimulan el apetito, lo saciamos con carbohidratos simples que nos hacen seguir comiendo y entramos en un círculo vicioso. Aumenta nuestra grasa abdominal, y esta grasa segrega una hormona llamada leptina que a su vez aumenta el apetito (otro bucle que nos llevará a comer más). El cuerpo segrega grelina, que es la hormona de la saciedad. La leptina es directamente proporcional a nuestro peso, es decir cuanto más pesas, más hambre tienes. Qué ironía más cruel, ¿no?
La falta de descanso también desregula nuestro metabolismo. Un metabolismo bajo por irregularidad en nuestras hormonas tiroideas se asocia a la depresión y el estrés. De hecho, el hipotiroidismo tiene como efecto secundario la depresión, de nuevo un pez que se muerde la cola.
El cuerpo necesita equilibrio emocional y alimenticio para poder tener unos niveles hormonales estables y así funcionar adecuadamente. Las hormonas son las palabras de nuestro cuerpo, que se generan a través de las emociones también. Todo está conectado dentro de ti.
Recuerda: Respira, todo pasa. Evita vivir estresado constantemente, esto hace realmente mella en tu sistema nervioso, destruyendo muchísimas conexiones neuronales. Disimuladamente, te hace perder la cabeza y sabotea tu vida.