arquetipos sexuales

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Mi interés en las dinámicas de las relaciones humanas surgió de escuchar historias reales sobre fracasos amorosos, frustraciones e incompatibilidades entre parejas. Estas narrativas me llevaron a reflexionar sobre los patrones que se repiten en las relaciones y la facilidad con la que caemos en estereotipos de género. Por ejemplo, etiquetar a las mujeres como dramáticas o a los hombres como infieles no solo es inexacto, sino que perpetúa una visión sesgada y limita la comprensión de las diferencias naturales en nuestro comportamiento.

Diferencias de género y deseo sexual

Una conferencia de neurociencia en la Universidad de Costa Rica aportó luz sobre por qué hombres y mujeres a menudo tienen enfoques distintos hacia el sexo. En el contexto del coqueteo, se pres entó un análisis estadístico que reveló que, de cada 10 hombres, 7 priorizan el sexo como su principal objetivo, mientras que 3 buscan una conexión emocional o una relación. Por otro lado, de cada 10 mujeres, 7 muestran interés en establecer una relación tras un encuentro sexual, mientras que solo 3 buscan algo casual. Estas cifras no buscan estigmatizar, sino evidenciar patrones biológicos que influyen en nuestro comportamiento.

A nivel neurológico, el núcleo sexual dimórfico, ubicado en el hipotálamo, regula la producción de gonadotropina, una hormona clave para el deseo sexual. Los hombres producen el doble de esta hormona que las mujeres debido a un núcleo más grande en el cerebro masculino. En contraste, las mujeres generan esta sustancia en menor cantidad, regulada por su ciclo menstrual. Esto explica por qué los hombres tienden a buscar satisfacción física más directa y frecuente, mientras que las mujeres suelen integrar el deseo sexual con emociones y otros aspectos de su vida.

Los arquetipos amorosos y su significado

Una de las herramientas más útiles para entender las dinámicas del amor es el modelo de arquetipos amorosos descrito por John Alan Lee en su libro Colours of Love: An Exploration of the Ways of Loving. Según Lee, el amor puede dividirse en seis arquetipos principales, que reflejan diferentes formas de relacionarnos emocionalmente. Estos se agrupan en primarios y secundarios:

Arquetipos primarios

  1. Eros (rojo): Representa el amor pasional, impulsado por la atracción física y la química inmediata. Es el clásico “amor a primera vista”. Ambos géneros pueden identificarse con este arquetipo, aunque los hombres tienden a valorarlo más debido a su herencia evolutiva de seleccionar parejas basándose en signos visuales de salud y fertilidad.
  2. Ludus (azul): Este tipo de amor se caracteriza por su naturaleza lúdica y desapegada. Las relaciones bajo este arquetipo son vistas como un juego, sin compromiso emocional profundo. Aunque ambos géneros pueden experimentarlo, los hombres tienden a preferirlo más, alineándose con su habilidad para separar emociones y enfocarse en el deseo físico.
  3. Storge (amarillo): Un amor basado en la amistad y la estabilidad. Este tipo de relación se desarrolla lentamente y prioriza el compromiso a largo plazo sobre la pasión momentánea. Las mujeres suelen identificarse más con este arquetipo debido a su tendencia a buscar seguridad emocional y familiar desde edades tempranas.

Arquetipos secundarios

  1. Mania (púrpura): Este es un amor obsesivo, marcado por la dependencia emocional y el miedo a la soledad. Quienes experimentan Manía buscan desesperadamente ser amados, lo que a menudo los lleva a relaciones insalubres. Este arquetipo es más común en mujeres, influenciadas por factores biológicos y sociales que las empujan hacia la búsqueda de seguridad.
  2. Ágape (naranja): Representa el amor altruista y desinteresado, donde la felicidad del otro es prioritaria. Este tipo de amor se sitúa entre Eros y Storge, y es experimentado de manera similar por ambos géneros. Aunque se asocia comúnmente con valores religiosos, Ágape trasciende las creencias, reflejando un nivel de madurez emocional.
  3. Pragma (verde): Es el amor práctico, que busca compatibilidad en metas, valores y estilo de vida. Los amantes pragmáticos priorizan el compromiso y valoran aspectos como la estabilidad financiera, la inteligencia y la compatibilidad emocional. Este tipo de amor se observa más frecuentemente en mujeres, especialmente en culturas colectivistas.

Mi viaje personal a través de los arquetipos

Mi relación con el amor ha evolucionado a lo largo de los años, reflejando mi propio crecimiento emocional y las experiencias vividas. En mi adolescencia, me identificaba con Ludus, viendo el amor como un juego, sin compromisos serios. Durante mi matrimonio, transitaba por Storge, buscando estabilidad y seguridad emocional. Tras mi divorcio, experimenté las sombras de Mania, enfrentando mis propios miedos a la soledad y las dependencias emocionales. Hoy, en esta etapa de madurez, me encuentro en un espacio donde Eros, Ágape y Pragma convergen. Mi amor es una mezcla de pasión, altruismo y una búsqueda consciente de compatibilidad y estabilidad.

Cambios socioculturales y biológicos

La evolución en la forma en que vivimos el amor está profundamente influenciada por los cambios sociales y culturales. Mientras que en el pasado los roles de género dictaban las expectativas en las relaciones, hoy existe un mayor equilibrio en estos roles. Sin embargo, los patrones biológicos siguen desempeñando un papel importante, moldeando cómo hombres y mujeres experimentan el amor y el deseo.

Al tomar los datos del estudio de géneros respecto a las tipificaciones del amor, se da por conclusión que los hombres prefieren el amor lúdico y pasional mientras que las mujeres buscan un amor más amistoso (storge) y pragmático.

Según Lee, estos seis tipos de amor pueden ramificarse aún más, mezclándose entre sí. Podemos ver el círculo al principio de ésta entrada para ver sus conexiones. Se relacionan muchísimo con la Teoría Triangular del Amor de Robert Sternberg. En alguna ocasión hablaré de ello también. En cada persona, predominan ciertos de los tipos de amor mencionados. Respecto a la evolución, los hombres eran quienes se encargaban de la caza, de la supervivencia y la mantención de la familia. Representaban una figura de protección. Las mujeres quedaban en casa criando a sus hijos y asegurándose del orden del hogar.


El amor es un concepto amplio que se experimenta de diversas maneras a lo largo de la vida. Los arquetipos descritos por John Alan Lee nos ayudan a entender las distintas formas en que hombres y mujeres se relacionan emocionalmente, influenciados tanto por factores biológicos como culturales. Mi propio viaje personal ha pasado por diferentes arquetipos, reflejando las etapas de mi vida, desde un amor lúdico en la juventud hasta uno más maduro y consciente en la actualidad.

Tanto hombres como mujeres pasan de un amor Ludus a un amor pragmático, muy definido por encontrar a “esa persona” que calce con las expectativas a futuro. Generalmente los hombres Eros o Ludus que no están seguros de llegar al famoso fall in love se sorprenden cuando el sexo es realmente placentero. Las mujeres tendemos a ser más pragmáticas porque precisamente nuestra habilidad multi-analítica nos hace evaluar el compromiso y los beneficios de la pareja antes de entregarnos sexualmente. Estas actitudes me hacen recordar una frase de la actriz Carolyn Evans:

“Un hombre tiene que tener sexo para sentirse cercano, mientras que una mujer tiene que sentirse cercana para querer tener sexo”.

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